martes, 31 de octubre de 2017

Monaguillo, pillo


Por aquello de que el tambor también es tropa, me complace a mi el que nuestro obispo don Jesús haya tenido la iniciativa de hacer en el Seminario Mayor de Cáceres una convivencia de monaguillos de toda la diócesis, reuniendo alrededor de cuatrocientos chavales que se lo han pasado en grande este fin de semana en nuestra ciudad.
En cada pueblo el chaval destinado a monaguillo solía ser el más travieso y espabilado de la localidad, el que acaudillaba las incursiones a los desvanes y a las torres de la Iglesia: el que subía al campanario no sólo a tocar las campanas —que ahora se tocan solas—, sino a coger nidos y organizar otras travesuras, que solían acabar con algún pescozón del sacristán o algún tirón de orejas del párroco. Pues imagínense lo que habrá sido el reunir a cuatrocientos, que, sin duda, son los más traviesos de cada localidad de la diócesis, y aguantarlos durante una jornada. Pero la iniciativa es buena porque los monaguillos de tradición han sido la “cantera” de los seminarios y ahora, con la tremenda falta de vocaciones, es bueno cuidarla porque alguno de ellos puede llegar potencialmente a ser mañana un respetable sacerdote razón por la que digo que el tambor también es tropa y que me parece muy bien la iniciativa de don Jesús.
Yo no he sido monaguillo “propietario”, pero sí “estampillado” como lo fueron muchos de los que conmigo hicieron el bachillerato con el profesor de Religión don Casimiro Garona, sacerdote paternal y autoritario que, aparte de examinarnos de religión, nos exigía aprender a ayudar a misa cuando la misa se hacía en latín, con lo que teníamos que practicar en las misas matinales para terminar “examinándonos” de este parte con él. Gracias que estos exámenes se solían hacer en las misas de alba, porque entre latín y latín, mal dicho o mal rezado, la sarta de pescozones que recibíamos del profesor oficiante eran tan numerosos que solían soliviantar a las pocas “beatas” que acudían a ellas, hasta que aprendíamos a hacerlo “como Dios manda”.
Valga esta experiencia pasajera de monaguillo para decir que me siento identificado con los concentrados, como se sentirán otros muchos de mi generación.
Diario HOY, 18 de marzo de 1984

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