jueves, 26 de octubre de 2017

Nuestras fuentes y otras cosas


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
La Universidad de Extremadura propuso, hace unos años, hacer una especie de homenaje de Cáceres a la Fuente de Concejo, por estimar que gracias a ella, nuestra ciudad había llegado a ser lo que era. Se habló entonces de reformar esta fuente para convertirla en un verdadero monumento al pasado, pero el tema quedó después olvidado, como otras tantas cosas. Ello nos da pie para decir que, aunque ahora no suframos estos agobios —a Dios gracias— la preocupación secular de Cáceres fue siempre su abastecimiento de agua de la que siempre —excepto ahora— andábamos más bien escasos.
Hay un detalle, que no sé si recordarán algunos viejos cacereños, que es que el llamado “Movimiento”, que aquí en Cáceres fue el día 19 de julio de 1936, nos cogió en un referéndum sobre la conveniencia de acometer un nuevo abastecimiento de aguas que, como llegó la guerra, no se hizo.
El problema de la falta de agua era muy antiguo. Sucintamente, diremos que los árabes lo solucionaron con el aljibe que todavía se conserva; las casas o palacios de aquel entonces tenían su propio pozo para abastecerse, aparte del agua que se recogía de las fuentes próximas a la población. El encauzamiento de la fuente que hoy conocemos por El Marco, se lo debemos a los Reyes Católicos que, en 1501, lo decretaron. También es muy antigua la Fuente del Concejo y la que se llamó Fuente Nueva o Pilares de San Francisco, que se reformaron en la época de Felipe II. El primer ensayo serio de abastecimiento de aguas, se hizo sobre la Fuente de Aguas Vivas, instalándose un depósito regulador en el Paseo Alto, que daba agua a las fuentes públicas instaladas en la Concepción y en la Concordia, pero que no pudieron abastecer a la parte alta de la población. Hubo otros muchos proyectos fallidos, hasta que en 1899 se crea la Compañía de Aguas de Cáceres, con abastecimiento desde las Minas, cuyo importe inicial de 625.000 pesetas se logró mediante emisión de acciones de 100 pesetas cada una.
De ella parte el actual abastecimiento que, municipalizado, tuvo grandes reformas, como son las de la Presa del Guadiloba, inaugurada en 1963, nuevos depósitos en la Montaña y estación depuradora.
Sería injusto olvidar la inquietud del farmacéutico don Joaquín Castel, que a lo largo de su vida ideó infinidad de proyectos para abastecer de aguas a Cáceres y que, aunque no se pusieron en marcha, le señalan como un verdadero precursor de lo que después se ha hecho. Entonces se pensaba que era un soñador, pero él, mucho tiempo antes de que se hicieran, tuvo la idea de hacer presas en el Tajo, desde el Puente del Arzobispo hasta Alcántara para fuerza motriz y aprovechamiento eléctrico. Todo eso está ahora hecho pero nadie se acuerda del primero que tuvo esa idea, por lo que también sería oportuno que, de montar un homenaje a la Fuente del Concejo como se pretende, de algún modo quedara recuerdo de ese soñador a lo Julio Verne, que se llamó don Joaquín Castel.
Diario HOY, 11 de febrero de 1984

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