sábado, 21 de octubre de 2017

Un cacereño casi olvidado


Muchos desconocen que el españolísimo nombre de Juan es el mismo que Iván, que en Rusia se sigue utilizando en su primitiva forma pero que aquí lo transformamos en Juan, al convertir la “i” en jota y la uve en “u”. Lo que es menos conocido es que el apellido Yáñez, que llevaron algunas de las familias que desde Galicia y León vinieron a reconquistar Cáceres, deriva también del nombre de Iván —o Juan— que dio Iváñez y posteriormente Yáñez, cuyo significado es, simplemente, hijo de Juan.
Este apellido Yáñez fue uno de los más ilustres de los primeros años de la reconquista de Cáceres y lo llevó un ilustre cacereño que fue cofundador de la regla u orden de San Jerónimo, frailes que estuvieron en Guadalupe, desapareciendo después de la escena provincial, para volver a ella recientemente en Yuste, cuyo monasterio —tras su restauración— lo rige esta comunidad, fundada precisamente por un cacereño.
Vamos hoy, por tanto, a hablar de este cacereño, hoy día casi desconocido. Este caballero se llamó Fray Fernando Yáñez y muchos habrán visto su sepulcro de alabastro en el monasterio de Guadalupe, donde murió tras ser durante veintitrés años prior de este monasterio.
Su historia es un poco novelesca. Tanto él como sus padres —también cacereños— sirvieron al rey Alfonso XI, criándose, don Fernando, con el infante don Pedro, que más tarde sería conocido por Pedro I “El Cruel” Fue pareja de dicho rey y eligió la carrera eclesiástica comenzando por ser su capellán, pero renunció a todo ello para retirarse al desierto de Nuestra señora del Castañar donde, en compañía de Pedro Fernández Pecha, camarero del rey, y de su hermano Alonso Fernández Pecha, obispo de Jaén, fundaron en España la regla de San Jerónimo, que confirmó el Papa Gregorio XI el 18 de octubre de 1373.
Se le consideró un verdadero santo y fue durante quince años prior en San Bartolomé de Lupiana, pasando después a Guadalupe donde estuvo veintitrés años de prior y donde murió en 1412 en olor de santidad. Dos veces le ofrecieron el Arzobispado de Toledo y ambas renunció a ello, por considerar que su labor debería ceñirse más a divulgar la propia regla de San Jerónimo, dentro de la cual vivió tras fundarla.
Hoy, que el presidente de la Junta de Extremadura devolverá al prior del monasterio de Yuste una serie de objetos que fueron robados a aquella comunidad jerónima, y que han sido recuperados después, hemos querido tener este recuerdo histórico hacia un cacereño, casi olvidado de sus paisanos, que fue fundador de esta regla de San Jerónimo de la que Yuste es también como un recuerdo histórico.
Diario HOY, 29 de diciembre de 1983

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