domingo, 19 de noviembre de 2017

A propósito del idioma

Señalaba días atrás un compañero mío de Plasencia, en uno de sus artículos sumamente curioso, cómo para señalar los comercios, principalmente de alimentación, se sigue empleando la palabra “coloniales”, que tiene remedos de nuestra época imperial, abogando porque se usara la de “alimentación” puesto que la de “coloniales” no tenía razón de ser ya que éstos productos no venían de las colonias, aunque en origen se llamaran así, por tener esa procedencia. Yo pienso que el idioma, posiblemente todos los idiomas, se han ido formando históricamente y las palabras acaban no teniendo el significado que tuvieron en origen, pero la gente se entiende con ellas, que es lo que importa. Lo curioso es saber que también, en la América que fue nuestra, se emplean las mismas palabras aunque por lógica allí no tuvieron nunca ni el significado de origen que tuvieron en la península, pero las gentes las entienden.
Lo que sí es cierto es que, principalmente en Méjico, a los almacenes de todo los llaman “abarrotes”, de donde viene la frase peninsular de “estar abarrotado”, por expresar que algo está lleno de cosas diversas, aunque aquí no se emplee la palabra “abarrote”. Hay otra palabra de un origen similar que aquí sigue empleándose que es la de “ultramarinos”, para los comercios de productos alimenticios que venían de “más allá del mar” que se sigue empleando igual que la de “coloniales” y hasta recuerdo un chiste de Xaudaró, en el que un dependiente le dice a una cliente; “Para que tú lo sepas, chavala, te quiere con un amor de ultratumba, que quiere decir: más allá de la tumba”, y ella le responde: “Mira que sois embusteros los de “más allá de los marinos”.
En fin, que el idioma se hizo de aluvión recogiendo el devenir histórico de cada momento, que ahora no debemos rechazar.
Diario HOY, 28 de agosto de 1984

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