lunes, 20 de noviembre de 2017

El mangoneo de doña María de Ovando


Días atrás hablamos de doña María Josefa de Ovando, “La Generala”, como mujer excepcional que dio nombre al palacio donde está hoy la Facultad de Derecho; pero dentro de esta familia cacereña de los Ovandos hubo otras hembras que también fueron tan de “rompe y rasga” como la propia “generala” y que por sus aspectos negativos o positivos —que de todo hubo— fueron protagonistas de nuestra vieja historia, porque la mujer cacereña se distinguió siempre por lo “bragada”, aspecto no relacionado con la prenda íntima, sino más bien con ser ellas las que solían llevar los pantalones.
Antepasada de la “Generala” fue otra doña María de Ovando, ejemplo vivo de lo que afirmamos. Vivió ésta a principios del siglo XVI, y fue una benefactora decidida en la construcción del Convento de San Francisco dando dinero a manos llenas para ello por lo que los frailes, agradecidos, le prometieron hacerla “Patrona de la Capilla Mayor”, título honorífico que le daba derecho a tener en ella sepulturas. Pero la señora, se excedió tanto en el mangoneo de lo que allí se construía, que puso sus escudos por todos lados, dentro y fuera de la Iglesia, y hasta llegó a tapar los de los propios reyes con el suyo, pisoteando los “derechos” de otros benefactores, lo que dio lugar a que la orden franciscana se reuniera varias veces en capítulo y los frailes acordaran retirarle esos derechos, ya que el mangoneo de dona María era tan grande que mandaba más en la casa que los propios dueños, que eran los frailes.
Doña María, indignada,  culpó del asunto a otro noble cacereño, también benefactor de la casa, don García Golfín, e instigó a un nieto suyo de tal modo que, durante los oficios que se celebraban el día 28 de marzo de 1526, le asesinó en el interior del templo formándose, a cuenta del sacrilegio, un voluminoso proceso que falló el célebre alcalde Ronquillo, teniéndose que hacer una larga ceremonia de consagración del templo para borrar el crimen cometido en su interior.
Todo ello prueba el protagonismo histórico de la mujer cacereña, sobre todo las de la familia Ovando que, para bien o para mal, fueron mujeres notorias dentro de nuestra historia local.
Diario HOY, 1 de septiembre de 1984

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