viernes, 10 de noviembre de 2017

La imagen y el espejo


Es la comidilla diaria la película, basada en una novela de Delibes, “Los santos inocentes”. Está registrando llenos diarios en la sala donde se proyecta porque no en vano el tema es de Extremadura y lo suficientemente aireado como para que los extremeños vayamos a ver qué parte de Extremadura se ha retratado en la película. Al salir de la proyección hay diversos impulsos contrapuestos en los espectadores: desde el que sale diciendo que la tal película es un insulto a nuestra tierra y nuestras gentes, hasta el que reconoce que la situación es o ha sido cierta y que está bien el que se airee y se sepan los abusos que aquí han venido pasando. Por lo dicho, y como un espectador más, voy a decir lo que a mí me ha parecido.
Hay que comenzar diciendo que técnicamente la película no tiene tacha y que la interpretación de Paco Rabal y Alfredo Landa —por citar sólo a dos a los que mundialmente se les ha reconocido— es genial. Sin entrar en las intenciones puede parecer que se ha tratado de actualizar y denunciar un problema que aquí ha existido, del que creemos buenamente que ha pasado a la historia, aunque quede algún caso aislado, que no puede ser generalidad.
La novela de Delibes se refiere más bien a principios de siglo y hay que reconocer que eso en aquella época existía, aunque se dude de que exista ahora, cosa esta última que es piedra de discusión y aun de escándalo. Tenemos que reconocer que en nuestra tierra ha habido abusos caciquiles de todo tipo. Un ejemplo podría ser el que en Trujillo no hay una fábrica de hilaturas porque a un cacique de entonces se le ocurrió pensar que ello podría encarecer el servicio doméstico; por tanto no podemos negar estas evidencias.
Yo pienso que esto es como un espejo, que refleja la imagen de lo que se pone delante, aunque no nos guste y aunque ya la imagen sea otra.
Diario HOY, 2 de junio de 1984

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