martes, 14 de noviembre de 2017

Las actas de la corrida


Acaba de suceder con el alcalde de una localidad próxima, cuyo nombre voy a silenciar, pero el hecho es totalmente cierto. En las capeas del año pasado, un joven de otra localidad, resultó cogido de gravedad por el toro y se instruyó un expediente en el Gobierno Civil, que lleva su trámite y a cuenta de cual, no hace mucho, se ofició al alcalde del pueblo para que “enviara las actas de la corrida”. El alcalde miró con extrañeza el papel, ya que las actas (relación escrita de lo sucedido) lo tomó por “las astas” —con ese— o sea los cuernos del toro.
—“Yo lo que no entiendo —decía el actual alcalde— es como pasado un año, le tenga yo ahora que enviar al gobernador los cuernos del toro de la capea. Ya sabes —agregó— que disequé la cabeza y la tengo en el comedor de mi casa y sería una pena quedarla mocha, por ese capricho del gobernador, porque ¿para qué “narices” querrá el los cuernos?”
—“Yo no lo sé, dijo el compañero de concejalía, pero ya sabes que de la capital piden cosas muy raras, y esto de lo taurino tiene un reglamento y hasta tengo entendido que en la capital envían los cuernos a Madrid, tras de las corridas. De todos modos, tú debes consultar con el alcalde anterior que sabrá más de estas cosas.”
Total, que mi buen alcalde se hizo el encontradizo con el anterior alcalde que, por cierto, estaba charlando con el cura del pueblo, por lo que tampoco quiso ser muy explícito en cuanto a la consulta y le preguntó: “Oye, ¿cuándo tú eras alcalde, tenías que enviar las astas de los toros a Cáceres?” El alcalde saliente, por eso de la imprecisión coloquial de nuestro extremeño, debió entender “actas” y le contestó: “Sí, todos los años había que enviarlas”, con lo que sumió al alcalde en un mar de dudas. Total —se dijo— al gobernador debe serle igual recibir unos cuernos que otros, y encargó a alguien que le proporcionara, del matadero, unos cuernos viejos por no quedar descabalada la cabeza disecada del toro.
¿Ustedes se imaginan qué habrá dicho el gobernador cuando en contestación a sus oficios les hayan enviado un par de cuernos?
Diario HOY, 25 de julio de 1984

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