miércoles, 29 de noviembre de 2017

Las promesas y el trigo


De poco tiempo a esta parte, a los “personajes” grandes de la política les ha dado por visitarnos. No es que no nos hayan visitado en otras épocas otros, de los más grande, sino que últimamente nos tenían muy olvidados y ahora, en muy poco tiempo y casi todos de golpe, aprovechando algún próximo fin de semana, se nos vienen para acá, cosa que es digna de agradecer, aunque el pueblo —que siempre le anda buscando los tres pies al gato— no acaba de comprenderlo.
Nuestro pueblo, como pueblo pardo que es, es muy reciente y escéptico y no comprende cómo los “peces gordos” no vienen a pedir algo, que es a lo que han venido siempre, o bien a prometer, a cambio, también de algo.
No digo que sea este el caso del ministro de Obras Públicas, que nos ha visitado, sino más bien que toda esa reticencia se ha puesto de manifiesto nada más se anunció su visita, y la gente se preguntaba y te preguntaba razones de ese cariño repentino. “Oye, ¿a qué viene el ministro, si no hay elecciones próximas?” te preguntaban algunos, respondiendo el listo de turno: “Pues a llevarse algo, ¿a qué va a venir?, porque de aquí se lo llevan todo: el agua del Tajo, el ferrocarril ahora y la tira de cosas.” Otros relacionaban la visita con alguna cacería o comilona, pero ninguno con la realidad de anunciarnos un “listado de obras”, que es a lo que parece que ha venido, en compensación por el trasvase, que es lo que en definitiva ha dicho el propio ministro.
Yo, de buena fe, pienso que todo esto será verdad, por aquello de que “por sus obras los conoceréis” y aunque faltan tres años para llevar todas a cabo, hay que tener esperanza, aunque nuestro pueblo sea el gato escaldado que huye del agua, aunque esté fría, reticencia esta perdonable porque secularmente se nos ha prometido mucho, pero se nos ha dado poco trigo.
Diario HOY, 8 de diciembre de 1984

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