martes, 7 de noviembre de 2017

Las roscas de alfajor


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
El pueblo de Casar de Cáceres es conocido, entre otras muchas cosas, por algunas rarezas gastronómicas que sólo se dan en su entorno. La más conocida de ellas es la llamada torta del Casar, que aunque parece tiene nombre de dulcería, es un queso de oveja de excepción que sólo suele darse en su entorno, como quién dice por generación espontánea ya que nadie ha llegado a averiguar por qué algunos años el queso se convierte en torta; al parecer se da también, en menor medida, en la zona cercana a Don Benito.
Este queso, del que ya en alguna ocasión hemos hablado, es una delicia del paladar —que se paga carísima ahora— y que, según los cánones clásicos casareños, debe comerse extendiéndolo sobre una rebanada de pan tostado caliente.
Pero “la torta” es ya un manjar casareño muy conocido, por lo que vamos a hablar de una especialidad de dulcería casareña menos conocida, y confundida fuera de nuestra provincia, pero típicamente casareña.
Nos referimos a las llamadas rosquillas de alfajor, que en el Casar se hacen de forma distinta a otros muchos dulces que llevan también el nombre árabe de alfajor, y que no son los mismos.
El nombre de alfajores o alajú —que es lo mismo— lo reciben muchos dulces de origen árabe que pasaron a América, donde han conservado ese nombre. Al parecer derivan del nombre de Alfaje, peregrino a la Meca, que al regresar solía traer como recuerdo, para parientes o amigos, dulces diversos adquiridos en la ciudad santa, por lo que queremos decir que alfajor no es un dulce determinado, sino que debe tomarse más en el sentido de golosina. Por esta razón la rosca de alfajor del Casar, no tiene nada que ver con otros alfajores. La nuestra se hace sólo a base de miga de pan y miel, que se amasa con aceite y se pasa al horno, no siendo por tanto un dulce de sartén, aunque sí casero y sumamente digestivo. Los alfajores andaluces tienen otras fórmulas y sabor totalmente distinto a las exquisitas roscas casareñas.
Diario HOY, 16 de mayo de 1984

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