sábado, 18 de noviembre de 2017

Las vacas flacas


Eso de las épocas de las vacas gordas y las flacas donde más se aprecia es en nuestros pueblos a cuenta de la venida de los emigrantes, que hace unos años se hacía a lo grande y ahora se hace dentro de unos cauces más bien pequeños.
La situación económica de todos ha variado hacia peor y esto de la venida de los emigrantes, que antes solía ser una verdadera fiesta de derroches —como si de los reyes magos se tratara—, puede ser el barómetro para medir el que también a nuestros paisanos que trabajaban fuera de su pueblo no les van las cosas como les iban hace escasamente unos años.
No digo que las fiestas en los pueblos no estén animadas, ya que este es el mes de las fiestas de casi todos ellos, pero el colorido que les daban la llegada de los emigrantes se ha perdido totalmente. Antes, el emigrante, con un puesto seguro en el extranjero —o en otra región española— tomaba sus vacaciones y venía a derrochar el dinero que había ahorrado para epatar a sus convecinos y “fardar” a lo grande. Solían traer arrendado un buen coche “Mercedes” y regalos para parientes y amigos. Taberna donde ellos entraban, estaba todo “a pago” y contaban y no acababan de lo bien que les iba por aquellas tierras. Se contaba con ellos para todo, porque no escatimaban el dinero y hasta se permitían el cazar en cualquier época y el montar el pitote, porque venían de “señores”.
Ahora el vacacionar puede tener el peligro de perder el puesto de trabajo y muchos se retraen de hacerlo. Las cosas por allí y por aquí no están tan bien y no se puede derrochar el dinero que no se sabe si se va a volver a ganar, son pocos los que vienen y, desde luego, “fardar” menos y pasan, como usted y como yo, la época de las vacas flacas, que es una sequía a la que no acabamos de verle el fin.
Diario HOY, 18 de agosto de 1984

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