lunes, 13 de noviembre de 2017

Los estampillados


Yo no sé si ustedes recuerdan a “los estampillados”. Los estampillados solía llamarse en nuestra guerra civil, a los oficiales o mandos hechos a toda prisa para ponerse a la cabeza de las tropas voluntarias que luchaban en los frentes, porque no había suficientes oficiales de carrera  y porque había que formar nuevas unidades que fueran reemplazando a las que morían en dichos frentes. No se les exigía mucho, sino más bien el valor “que se les presuponía” y el arroyo suficiente para jugársela al frente de una unidad, lo que fue muy atractivo para la juventud de aquel entonces que asistían en gran número a los cursos acelerados de formación; en muchos casos por ideales, en otros más porque lucir un uniforme de oficial con una estrella era muy bonito, aunque uno se jugara la vida, y en otros —y hay casos que así lo demuestran— porque de salir con vida se había logrado una carrera militar y un puesto apetecible. Muchos, la mayoría, quedaron en el intento y hasta llegó a correr el dicho de: “Alférez provisional, cadáver efectivo”.
Lo de llamarles “estampillados” era porque las estrellas o los galones se llevaban sobre una estampilla y no en la bocamanga como los de carrera. Con todo, hay que reconocer que aquella provisionalidad dio sus frutos y ello lo reseñan calles con sus nombres o monumentos diversos a este tipo de oficiales improvisados para un tiempo azaroso.
Dicho esto, pienso yo que ahora —aun en tiempos de paz— vivimos también un momento azaroso de nuestra historia, en los que también ha habido que fiar a la improvisación muchas cosas. Por ejemplo, hemos pasado a la España de las autonomías, de la España que tenía un gobierno único y monocolor, con un único número de ministros en cada ramo que se han tenido que desdoblar en cada una de las comunidades autónomas, o sea, que de tener un solo ministro de Agricultura, de Cultura, de Sanidad, etc. para todo el territorio, hemos pasado a tener además 17 en cada ramo, en las 17 autonomías en las que ahora se ha dividido España, aunque se los llame en ellas consejeros. Para mí esto implica un paralelismo con los estampillados de entonces y son por tanto “ministros estampillados” que ya veremos qué resultado nos dan.
Esperemos que el tiempo y las circunstancias les hagan ir “aprendiendo el oficio”.
Diario HOY, 29 de junio de 1984

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