sábado, 11 de noviembre de 2017

Los Fratres de Cáceres


Parece mentira que habiendo nacido en Cáceres la Orden de Santiago haya tan escasos recuerdos de ella. La cosa tiene cierta explicación, porque una vez tomada Cáceres por Alfonso IX de León, hubo de mantener el rey un pleito con la misma y ni los caballeros de ella, ni el propio Rey quisieron volver a saber unos de otros, y este silencio lo heredamos los cacereños de posteriores centurias.
No obstante, vamos a recoger las noticias dispersas que, a pesar de todo, nos han llegado de ella.
En el otoño de 1169, Fernando II de León volvió a reconquistar Cáceres y la da a un pariente suyo, don Pedro Fernández Hurtado, señor de Fuentecalada, que funda la orden militar de “Fratres de Cáceres” o “Caballeros de la Espada”, que luego se llamará de Santiago, por la iglesia cacereña en que la funda, y de la que él fue el primer maestre.
La Orden pierde Cáceres en 1172, ante el empuje de Abu Jacob, que produce los 40 primeros mártires de ella, en la torre de “Bujaco”, leyenda que conocen todos los cacereños; pero quedan otros caballeros que no mueren en el hecho, entre ellos el Maestre, a los que el rey compensa, en 1174, con la villa de Uclés, mientras se reconquista Cáceres, cosa que no sucede hasta diez años después, en 1184, en que el rey vuelve a tomarla y la restituye al Maestre don Pedro, que tiene que defenderla del empuje de las tropas del Emir Jussuf, que la deja sitiada y continúa para sitiar Santarén.
Durante el sitio el Maestre que debía ser viejo, se siente indispuesto y muere en la cama el 11 de julo, pero sucede lo que se toma como un milagro, y es que al campamento moro llega la noticia de la muerte repentina de Jussuf, ante Santarén, levantando éstos el sitio y regresando a Andalucía. Es más, este “milagro” lo cuenta el dominico Gil González Dávila, afirmando que se apareció el apóstol Santiago, que se puso al frente de los cacereños y mató tantos infieles, que éstos tuvieron que marcharse. El hecho ocurrió en las inmediaciones de la “Charca Musia”, llamándose desde entonces el lugar de “Matamoros”.
Leyenda o realidad, éstas son las noticias dispersas que podemos recoger de la orden santiaguesa y su maestre, del que queda como único recuerdo la “calle del Maestre”, como posible lugar donde viviera y donde muriera, en 1184.
Diario HOY, 15 de junio de 1984

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