viernes, 17 de noviembre de 2017

Una lección para los vascos


Cuando Juan Manuel Romo llegó a Cáceres, hace ya muchos años, una de las primera obras que dirigió como ingeniero de Obras Públicas, fue la pavimentación de la Avenida de España, de Cánovas, que se hizo a machamartillo, como puede deducirse de su actual estado a pesar del paso del tiempo. En aquel entonces, entre los obreros que efectuaron la obra, le enviaron unos obreros vascos a los cuales se les había militarizado y condenado a estos trabajos, por haber tomado parte de unas huelgas en su región, reclamando mejores salarios de los que ya tenían.  Entonces las huelgas eran ilegales, ya que estábamos en pleno franquismo, y estos obreros trabajaban con unos “monos” especiales y unas insignias que señalaban su condición. La verdad es que trabajaron muy bien y que el trato del propio ingeniero director de la obra les ganó, comportándose aquí perfectamente, dando ejemplo de disciplina y dedicación a su trabajo y siendo unos excelentes compañeros de los obreros cacereños que, codo a codo, hicieron la obra con ellos.
En más de una ocasión conviví con estos trabajadores que me confesaron que, aparte de lo justo o no de la decisión de militarizarlos y obligarlos a estos trabajos, afirmaban habían recibido una lección que no olvidarían en la vida.
La huelga montada por ellos era en petición de unos salarios que en nuestra tierra se nos antojaban astronómicos, pero que ellos creían escasos —de buena fe— hasta  que conviviendo con nuestros obreros  que cobraban menos de la tercera parte, sin protestar, se dieron cuenta de lo injusto de su petición, ya que ellos tuvieron que vivir aquí con esos mismos salarios, Yo no sé, pero he pensado que muchas cerrazones del pueblos vasco se deben al poco conocimiento que tienen de lo que pasa en otras regiones españolas, ajenas a la suya.
Diario HOY, 10 de agosto de 1984

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