martes, 26 de diciembre de 2017

Crear conciencia regional


Pienso yo que los extremeños somos poco conservadores a juzgar por lo poco amantes que somos de nuestras tradiciones. Es más, creo que no es el haber vivido de espaldas una provincia y otra lo que ha dado lugar a no formar esa conciencia regional que tienen otros territorios, si no más bien el infravalorar lo nuestro sin darle la importancia que les dan otras regiones a cualquier nimiedad, por el único hecho de ser suya. Refiriéndonos al folklore pasa igual. Si en nuestra región se hubiera dado la sardana, a estas alturas la hubiéramos desterrado por pensar que era un baile infantil de corro y encima sosera (dicho sea sin ofender a los catalanes).
Los extremeños somos muy críticos para lo nuestro y esto ha sido causa de que no se cree una conciencia común como tienen otras regiones. Yo diría que mucho del folklore que los vascos tienen como propio, ha sido común a toda España, pero ellos le han impuesto un nombre extraño, han introducido unas ligeras diferencias y lo tienen como propio, autóctono y diferenciador con otras regiones. Ejemplo podría ser las danzas de los palos, que son comunes a toda España y que en Montehermoso se llaman “danzas del palotero”, aunque los vascos las hacen con espadas y llaman a los danzantes “spatadanzaris”. Con todo esto quiero decir que los que no damos importancia alguna a nuestro folklore somos los propios extremeños, por lo que no nos debe extrañar que los demás no se la den.
Hace unos días, en nuestro periódico, un emeritense se quejaba de que en su ciudad, capital de Extremadura, se venda más el traje andaluz que el extremeño y se vista a los niños —en las fiestas— más de andaluces que de extremeños. En el mismo sentido, Leo Bernáldez, alumno de la folklorista fallecida Angelita Capdevielle, y director del grupo cacereño de Coros y Danzas “El Redoble”, se dolía de que en las fiestas se bailan más sevillanas que jotas extremeñas y de que aquí muchas personas vayan a escuelas andaluzas para aprender aquellas danzas que a escuelas que enseñan los bailes extremeños, que tendrán la importancia que nosotros queramos darles, aparte de que no hay tales escuelas de bailes extremeños.
Pienso que todo esto habría que meditarlo y darle importancia a nuestras cosas, para lograr la conciencia regional que nos falta.
Diario HOY, 26 de septiembre de 1985

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