miércoles, 27 de diciembre de 2017

El Calerizo


Cuenta Simón Benito Boxoyo, sacerdote escritor cacereño, del siglo XVIII, que en las inmediaciones del lugar conocido por “El Marco”, en pleno Calerizo, en su tiempo, se abrió espontáneamente un socavón que se tragó una carreta que circulaba encima, con bueyes y todo.
Estos sucesos o parecidos han dado lugar en todo tiempo a que en el Calerizo cacereño surjan “soplados” —que es como le llamaban los caleros que explotaban aquello para extraer la cal viva— en los que desaparece cualquier cosa que se eche, aun los escombros, porque en su interior, al parecer, hay fuertes corrientes de agua que se los llevan. Por este mismo sistema, apareció un día lo que hoy es célebre “Cueva de Maltravieso”, lo mismo que otro día, en lo que era campo de fútbol del Espíritu Santo, aparecieron unos “soplados” en forma de simas profundas que aconsejaron el utilizarlo lo menos posible. Recuerdo que cuando se descubrió la Cueva de Maltravieso, la visitó el sabio profesor Hernández Pacheco, que aconsejó fuera demolida la primera cámara de ella, ya que estaba formada por calizas en descomposición y podría venirse abajo.
Para los que no lo sepan diremos que Cáceres está rodeado de un cinturón de calizas que forman rocas con aspecto de esponja que, en ocasiones, ceden dejando al descubierto simas profundas, razón ésta por lo que las construcciones en ese lugar tienen que ajustarse a unas normas dadas por le Ayuntamiento, lo que ya no sabemos es si la normativa se cumple siempre y si cumpliéndola desaparece realmente el peligro. Decimos todo esto a cuenta del socavón abierto en la calle de La Perdiz, del que el alcalde dice no hay peligro alguno para las viviendas próximas pero que de unos trece metros de profundidad que tenía ha alcanzado ya los ciento ochenta. No dudamos del bien hacer de los técnicos, pero pensamos que aquello merecía un estudio actualizado por los geólogos y, si no sirve para construir, dejarlo como zona verde, aunque el Ayuntamiento no tenga solares más que en ese sitio.
Diario HOY, 29 de septiembre de 1985

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