miércoles, 27 de diciembre de 2017

Un monumento al Calerizo


(Incluida en el libro “Ventanas a la Ciudad”)
Nuestra Universidad manifestó en tiempos intenciones de que se rindiera un homenaje a la “Fuente del Concejo” por ser la que había abastecido de agua a Cáceres durante siglos. Creo que la iniciativa surgió del Departamento de Geografía y como sugerencia al propio Ayuntamiento cacereño que tomó nota —como suele hacerse en estos casos— para después olvidarlo.
Yo no sé los méritos que el Departamento de Geografía vería en la “Fuente del Concejo”, ni soy quién para valorarlos o discutirlos, pero pienso yo que de rendir homenaje a algo inanimado, como una fuente, sería preferible rendírselo al Calerizo al que sí, y en mayor medida, le debe la vida el Cáceres de todos los tiempos. Creo que la cosa merece explicarse, máxime con la polémica entablada últimamente alrededor de esa zona geológica de la ciudad, y por tanto vamos a ello.
El caso de la vida en Cáceres es al menos insólito. Según se decía en los tratados históricos clásicos, la vida del hombre surgió alrededor de los ríos, y allí, únicamente allí, se formaron las poblaciones. Pues bien, en Cáceres no hay río alguno sino un depósito subterráneo de aguas, un acuífero, que tiene nada menos que trescientos millones de años de existencia, alrededor del cual hubo vida —como demuestra la Cueva de Maltravieso— desde el “Neolítico”, que es la época en que el hombre comenzó a pulimentar la piedra y domesticar los primeros animales. Desde entonces el Calerizo, con sus arroyos y fuentes —que serían más numerosos que ahora— era conocido y habitado por poblaciones de hombres. También en época moderna fue el que provocó la primera —aunque raquítica— industrialización cacereña al encontrarse en él un importante filón de fosforita que dio lugar a Aldea Moret y a su poblado minero, conservado hasta hace poco. El interés de don Segismundo Moret en extraer ese mineral, de cuyas minas era copartícipe, dio como resultado el que el ferrocarril llegara a Cáceres antes que a otros sitios, cosa que debemos también al Calerizo. ¿Y para qué seguir? Como ven hay sobradas razones para hacer un monumento a nuestro Calerizo, antes que a cualquier fuente de la ciudad.
Diario HOY, 2 de octubre de 1985

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