domingo, 10 de diciembre de 2017

Vamos con la historia


Hoy vamos a continuar con la historia local. Extrañan los raros nombres que llevan algunas fincas de los alrededores de Cáceres, como las llamadas “Mingolla”, “Mingajilla” y algún otro parecido, que proceden del apellido de su primer propietario: Migolla, al que se ha transformado adicionalmente una ene.
El apellido Migolla es de gran antigüedad en nuestra ciudad, aunque hoy está perdido, y lo llevaron ilustres caballeros entroncados con la mejor nobleza cacereña, que era tanto como decir la mejor nobleza española.
Por los años de 1446 uno de ellos, Juan Alfonso de Migolla, protagonizó un lance curioso que vamos a narrarles. Estaba casado con una noble y bellísima dama, Jimena Álvarez de Sotomayor, a quien el maestre de la Orden de Alcántara, don Gutierre de Sotomayor, hombre falso y mujeriego aun a pesar de sus votos religiosos, la galanteó sin recato ofendiendo al marido, que se propuso matarle. Para ello, acompañado de otros dos parientes, le esperó en el camino de Araya, ya que en dicha finca solía pasar temporadas el maestre. En efecto, don Gutierre, muy temprano salió de la finca en una mañana fría de invierno, por lo que se abrigó con un ropón de pieles que solía usar durante el tiempo frío. Migolla le salió al paso y arremetió contra él desde su caballo pasándole de parte a parte con su lanza y dejándole por muerto, por lo que huyó a Sevilla. Pero resulta que la lanza solamente le había atravesado el ropón al maestre que, repuesto de la caída, se dedicó a buscar a Migolla, al que condujo a Alcántara donde le mandó ajusticiar.
Pero no queda ahí la cosa, sino que enterado el rey donó al maestre los bienes confiscados a Migolla que, a su vez, los donó a Juan de la Peña, otro cacereño, cuyo nombre, por cierto, quedó en la que hoy llamamos calle Peñas.
Diario HOY, 16 de marzo de 1985

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