lunes, 29 de enero de 2018

Agarrarse a la experiencia


Confiesa nuestro alcalde, con toda sinceridad, que no tiene solución a corto plazo para evitar la proliferación de mendigos callejeros. Y no es que no haya sentido inquietud por el tema, ya que hace tiempo encargó, mediante concurso, a unos sociólogos un estudio sobre el asunto y suponemos que lo que el alcalde esperaba es que el estudio aportara alguna solución para paliar el problema. El estudio se hizo, y las soluciones que propone son de “Pero Grullo”, pero tampoco aplicable al tema y al momento, que uno acaba pensando que lo mejor era no haber gastado tiempo y dinero en dicho estudio. Para que se den una idea, diremos que entre ellas figura el proporcionarles puestos de trabajo, viviendas y escuelas a los mendigos y a sus hijos. Es, sin duda, la solución ideal, pero no la posible en esos momentos para un Ayuntamiento que tiene un censo de parados (no mendigos) importante, muchos de cuyos vecinos (no mendigos) carecen de viviendas y muchos de los hijos de éstos de puestos escolares adecuados. Igual podría haber dicho el estudio que se les proporcionara coche y chalet a los mendigos y no hubiera dicho ninguna tontería, si todo ello lo miramos bajo el prisma de los ideales y no de las realidades, que era lo que el dicho estudio debería haber contemplado.
Hoy día tenemos muchas cosas así, en las que se gasta dinero a manos llenas pero que luego no sirven para nada. Yo diría que estamos malgastando la experiencia que se acumuló en generaciones anteriores y, por ignorancia o por orgullo (que sería peor) no queremos aplicarla Peores momentos que los de ahora se pasaron (aquí en Cáceres) en la posguerra y en los llamados años del hambre.
Todavía creo que haya muchas personas vivas que se acuerden de todo aquello y de cómo se palió, en lo que se pudo, hasta que llegó el momento de “las vacas gordas”.
Diario HOY, 12 de octubre de 1986

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