De alcalde a alcalde

Si alguien tiene características de verdadero parlamentario, de persona que sabe lo que quiere, por fuerte que sea, pero sin herir a nadie, aunque, como dice el pueblo, sabe llamar correctamente al “pan, pan y al vino, vino”, es el diputado provincial independiente, y alcalde de Plasencia, José Luis Mariño Roco. Pues bien, este diputado, en el pleno de ayer y cuando se discutían los programas de inversiones y el de obras y servicios, que presentaba el vicepresidente segundo del organismo y alcalde de Navalmoral, Javier Corominas Rivera, con toda corrección dijo que no quería entrar en criterios distintos pero que “pedía al Partido Socialista que cumpliera lo que prometía, porque suele decir y acordar unas cosas y luego hacer otras”. Se refería a que Corominas había insistido en que habría que potenciar las cabeceras de comarcas, de las que Plasencia es un ejemplo, y sin embargo,  según Mariño, a la hora de actuar los socialistas ignoraban las instituciones y escuchaban sólo a su partido, cosa que no era de ningún modo democrática y estimaba él que era hasta inconstitucional, porque no se pueden sustituir las peticiones de los ayuntamientos por las que hacen los engranajes del partido.

Como lo dicho se dijo en buen tono, pero era fuerte, a Corominas le sentó como un tiro y su defensa se centró en atacar la gestión del Ayuntamiento placentino, al menos, dándole consejos de cómo debería hacerla.

Mariño le frenó en seco invocando la autonomía municipal y la independencia de la gestión en el Ayuntamiento que él preside que tiene el refrendo mayoritario del pueblo. Le faltó decir, aunque el que más y el que menos lo pensó, que un alcalde tan contestado como el de Navalmoral no es quién para aconsejar a un alcalde tan querido como el de Plasencia. Corominas, que es hombre inteligente, se dio cuenta del peligro y se centró en su vicepresidencia provincial de la Diputación aclarando que sólo como tal hablaba y sin querer dar consejos a nadie.

Diario HOY, 15 de enero de 1986