miércoles, 10 de enero de 2018

La Ciudad de los Administradores


Uno de los viajeros que pasa por Cáceres a principios de siglo describe a nuestra ciudad monumental como la ciudad de los administradores, puesto que en los palacios de Cáceres no vivían entonces ni los dueños ni los descendientes de ellos, sino los administradores de estas grandes familias, cuyos miembros hacía años habían emigrado a Madrid y sólo venían, de tarde en tarde, a pasar alguna temporada. Había honrosas excepciones, como las hay ahora, pero desde hace más de un siglo la mayoría de los palacios monumentales cacereños están deshabitados, o habitados sólo en parte. No es momento de buscar las causas de este abandono de las casas solariegas de estas grandes familias, sino de reconocerlo simplemente. No obstante y reconociéndolo simplemente, diremos que algunos de esos palacios cuenta con cien o doscientas  habitaciones, que no hay forma de mantener hoy día limpias y atendidas por la escasez de la servidumbre y porque los tiempos han variado, ni son casas confortables para habitarlas, por lo que algunas familias residentes han preferido cambiarse a un piso con más confort, vendiendo o abandonando la casa solariega.
Se da otro fenómeno más, cual es que, si a principios de siglo eran los administradores los que los habitaban, ahora los administradores prefieren vivir también en casas confortables y estos palacios, en su mayoría, están deshabitados y deteriorándose. Aparte de ello no producen a sus dueños rentabilidad alguna, sino gastos y grandes, razón por la que algunos de ellos se han vendido más baratos que cualquier pequeño piso confortable. Pero hay algo que obliga a sus propietarios y es el que no se vengan abajo a causa de ruina y abandono, aunque sólo el mantenerlos debe costar una fortuna, aunque se trate de “recorrer” solamente un enorme tejado para quitar unas goteras. Lo que quiere decir que, tener y mantener uno de estos palacios, debe costar un ojo de la cara. Por ello, nos parece oportuno el que se busque alguna fórmula de mantenimiento por parte de entidades y que ellas, de algún modo, ayuden a que la ciudad monumental no se convierta en ruina.
Diario HOY, 6 de febrero de 1986

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