viernes, 5 de enero de 2018

Lo intentaré de nuevo


No puede salir bien, pero tenemos que seguir intentándolo. Veinte siglos llevamos en ello y sólo conseguimos el hacer alguna declaración de principios que, pasadas dos semanas escasas vuelven a olvidarse y todo vuelve a estar como estaba, aunque ninguno confesemos nuestro fracaso.
Nos referimos, como habrán adivinado, al mensaje que hace dos mil años, más o menos, aireó ingenuamente un ángel (según fuentes normalmente bien informadas) en el portal de Belén cuando la Humanidad, que estaba en guerra (como está siempre), se sorprendió escuchando aquello de: “Gloria a Dios, y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad”. Hay otras versiones sobre la segunda parte del mensaje. “El Nazaret-Press” decía que esa segunda parte era: “…en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor”, pero el Señor no excluye a nadie, por tanto es más lógico que fuera la primera. Por su parte el “Jordán Times”, de la época, decía que lo oído era: “Paz a los hombres que aman al Señor”, pero el asunto se limitaría a muy pocos, por lo que lo más lógico es que lo oído fuera lo primero.
Aunque no debemos perdernos en polémicas, como llevamos perdidos veinte siglos (que era lo que estábamos comentando). Buena voluntad tenemos todos, aunque sólo sea una vez en nuestra vida, y el mensaje era para todos, pero no tenemos entrenamiento. Es ahora en la Navidad cuando queremos hacer un paréntesis en nuestras “guerras” particulares y amar a los otros hombres, dialogar con ellos, tenderles la mano y el corazón y no estamos entrenados. Toda una vida de monologar sin escuchar a los otros; toda una vida de culto al yo y al egoísmo; toda una vida de escalar sobre el descrédito a los compañeros, al vecino, a la malquerencia; toda una vida de envidia gratuita y desamor general no puede olvidarse y corregirse en una sola noche de Nochebuena, o en las dos mil noches que llevamos diciéndolo. Pero yo por mí voy a intentarlo una vez más.
Diario HOY, 26 de diciembre de 1985

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