Ni monos, ni caballos

Se prestan un poco a pitorreo esos acuerdos que toma nuestra Diputación, el primero de 18 de enero de 1985, modificado por otro tomado en el último pleno, sobre el cambio de “La Casa de los Caballos” por la “Casa del Mono”, que en el lenguaje coloquial acaba siendo el de cambiar caballo por mono, o mono por caballo, con lo que la gente no acaba sabiendo qué es lo que se cambia, porque se preguntan; “Y para qué quiere la Diputación un mono, con todos los que tiene?” (porque no me negarán que hay diputados monísimos), o bien, “¿Para qué un caballo más en la Administración Central, con todos los que tiran del carro?” Pues bien, bromas aparte, puntualicemos que se trata de cambiar dos edificios dedicados ambos a museos que han recibido, no hace tanto, esa designación de “Casa de los Caballos” el de propiedad de la Diputación, y “Casa del Mono” el del Estado. ¿Pero de dónde vienen esos nombres?. Esto es lo que vamos a aclarar, porque el verdadero nombre de estos palacios es muy otro, y esos nombres son relativamente nuevos. El de “El Mono” tiene el nombre verdadero de “Palacio de Espadero-Pizarro”, y en él vivieron ascendientes del Conquistador del Perú. El nombre de “El Mono” le viene de un adorno en piedra esculpido en su escalera, haciendo de pomo, que a la gente le hizo gracia y comenzó a llamarlo así no hace tanto tiempo.

La “Casa de los Caballos” es una vieja casa del linaje de Ulloa, hecha sobre el solar de varias casitas judías, adquiridas tras la expulsión de éstos y su designación procede de que en la Guerra de la Independencia y posteriormente se dedicó a cuartel de tropas de caballería, de donde viene lo de los caballos, habiendo sido también durante la República el cuartel de los Guardia de Asalto, aunque éstos eran tropas de a pie. No obstante, hasta el año 1936 en que fue cuartel de Asalto, siguió recibiendo el nombre de “Casa de los Caballos”, pero el suyo debió ser casa de Ulloa.

Diario HOY, 22 de marzo de 1986