martes, 16 de enero de 2018

"No sacarla sin razón…"


Tengo que empezar diciendo que me cae muy bien el concejal Alfonso Ambrosio al que considero un hombre inteligente en sumo grado y con un profundo sentido del humor, que ha demostrado en muchas de sus jocosísimas intervenciones en los plenos municipales, pero creo que en esto del mal llamado “tráfico de influencias” (mal llamado porque es un eufemismo para disfrazar lo que en privado se llama de otro modo), se ha pasado de listo o bien le han cargado “un muerto” que él no esperaba que le cargaran.
Sucedió que, según creo, el primero que dijo que había irregularidades administrativas en algunos departamentos y por parte de algunos funcionarios municipales fue él. El alcalde lo que hizo fue creerlas y bautizarlas, para quitarles hierro, con el nombre de “tráfico de influencias” y encomendar al denunciante que le hiciera un informe de todo ello, pero pata llevarlo al pleno, con lo que Alfonso Ambrosio se encontró entre la espada y la pared y en la tesitura de tirar del todo de la manta, si es que realmente debajo de la manta había algo que ocultar, y si es que era capaz de demostrar con pruebas lo que simplemente era una sospecha.
Ambrosio o no ha encontrado las pruebas o está arrepentido de haber sacado la lengua a paseo, aunque sospecho que lo cierto y verdad es que le ha repugnado desde el primer momento comprometerse en unos informes al pleno, y los ha ido retrasando, como Dios le daba a entender, aunque el viernes no tuvo más remedio que dar, aunque fuera de memoria, esos informes en los que acabó “cantando la gallina” y confesando que “no había podido reunir pruebas contra las supuestas irregularidades y sospechas”, pero seguía “sospechando” que algo debía haber. Yo no sé si mi buen amigo Alfonso Ambrosio ha aprendido la lección, que es la misma que la de la espada, pero referida en este caso a los rumores, a las sospechas, a lo que en general se llama lengua, “no sacarla sinrazón, ni envainarla sin honor”, porque hasta ahora sólo ha habido una “sacadura” sin razón si él no demuestra otra cosa.
Diario HOY, 16 de abril de 1986

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