lunes, 15 de enero de 2018

Nuestro habla


Con esto de las saetas cacereñas nos comienza a pasar como nos pasó con el habla “castúa” que, por un acomplejamiento fuera de lugar, terminamos perdiéndola por imitar a otros. Me explicaré para que ustedes lo entiendan. En cuanto al habla, cuando se conservaba el habla castúa en nuestros pueblos, no era que nosotros habláramos mal, sino que hablábamos distinto, porque nuestro habla no derivaba del castellano, sino del astur-leonés o si ustedes quieren, del bable, que es lo que se habla en las montañas de Asturias, pero todo ello mezclado con otras lenguas de aluvión, en las que habría restos del latín, árabe, portugués, etc. Lo que no hablábamos era castellano. Para ponerles un ejemplo les diré que cuando un paleto de Garrovillas decía que venía a Cázris, lo decía más correctamente que si hubiera dicho Cáceres,. Porque el nombre de nuestra ciudad que deriva del latino Castri, lo transformaron los árabes en “Qazris” y los antiguos extremeños en Cázris, como algunos lo siguen diciendo, más concretamente —en lo que a orígenes se refiere— que cuando dicen Cáceres.
Esto mismo nos ha pasado con nuestra vieja saeta, canto-oración mucho más antiguo que las saetas sevillanas que es una transformación preciosista de viejos cantos populares que, a modo de oración, decía el pueblo. Sólo hay una saeta andaluza que se parezca a la nuestra, que es la antiquísima saeta del pueblo de Marchena, que como la saeta cacereña, el pueblo sigue cantando sin adorno y, lógicamente, sin acompañamiento de guitarra como se cantan algunas de las saetas actuales andaluzas, que son cantes más bonitos al oído, pero sin la tradición antigua de los otros.
Aquí nuestra saeta comenzó a ser sustituida por las saetas andaluzas, que suenan mejor al oído, pero que son otra cosa. Muchos cantaores de nuestras viejas saetas se acomplejaron y, o aprendieron a cantar las andaluzas o dejaron la vieja tradición de cantar la nuestra. Solamente una mujer, Teresa “La Navera”, siguió impertérrita con el viejo canto y la tradición.
Diario HOY, 3 de abril de 1986

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