martes, 9 de enero de 2018

Pasarse de rosca


Con el deseo de querer hacerlo lo mejor posible, el director general de Medio Ambiente, Jesús Garzón, y los Consejos de Caza de las dos provincias, están complicando más las cosas con el asunto acordado de las restricciones de la época hábil de caza en Extremadura, que se nos achica a dos meses; las solicitudes para cazar aun en los terrenos libres; la restricción a tres cartuchos por repetidora, la autorización de cazar el perdigón, en terrenos libres, los mayores de 60 años.
Yo no quiero entrar en polémica con los que pienso que, de buena fe, creen que la forma de mantener las especies (porque son especialmente naturalistas) es irle cerrando la espita a los cazadores poniéndoles las cosas más difíciles cada temporada, burocratizando cada día más un deporte o afición que ellos no comparten o no entienden, sin pensar que para el cazador la afición es un ancestro y que lo más que puede pasar, si se le aprieta mucho en cuanto a restricciones, es que se le obligue a  ser furtivo, que es el estado más perfecto de la caza y su ejercicio, según confiesa Luis Berenguer.
Yo no sé si se ha contado con esos cazadores para todas las restricciones con las que la mayoría de los que yo he tratado no se muestran de acuerdo, por poco prácticas, no por ganas de enmendar planas a los que ahora tienen la sartén por el mango y creen que lo hacen muy bien (y que yo pienso, repito, que lo hacen de buena fe), sino porque esto de la caza para muchos aficionados llega a constituir algo vital hasta el punto de que remedando la frase de los antiguos marinos, dicen: “Cazar es necesario, vivir no es necesario”.
En cuanto a lo práctico pienso que no hay guardería suficiente en Extremadura, por mucha mano que echa la Guardia Civil, para mantener restricciones que a la mayoría de los Cazadores en ejercicio les parecen excesivas y absurdas, por no decir exóticas y que, además, obligarán sólo a los “cazadores de orden”, quiero decir a los que de buena fe tratan de cumplirlo, dejando libre el campo para los otros que acabarán siendo mayoría.
Opinar no es ofender y mi sincera opinión es ésta, sin tratar de ofender a nadie.
Diario HOY, 1 de febrero de 1986

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