miércoles, 14 de febrero de 2018

Carnet para excursionistas


Al igual que existe el proyecto de que los que quieran ejercer el deporte de la caza tengan que examinarse y sacar un determinado carnet para poder “darle gusto a la escopeta”, debería exigirse un examen y un carnet para poder ejercer el campismo, aunque mejor diríamos para “licenciarnos” en civismo, que en definitiva es el palo al que fallamos la mayoría de los españoles y a todos los niveles. No me voy a referir al civismo dentro de la ciudad, sino al respeto de la naturaleza y de nosotros mismos, en las excursiones campestres.
Aún no ha comenzado la temporada de las salidas dominicales al campo, pero se viene ya aproximando el buen tiempo y la llegada de la primavera anuncia ese deseo de muchas familias de pasar el domingo en campo propio o ajeno, para olvidarse un poco de la rutina diaria de la ciudad y del propio trabajo. Pero lo triste de todo esto es que los sitios más bellos, y por tanto más frecuentados, los tenemos hechos unos verdaderos basureros a cuenta de la salidas del pasado año, basureros sobre los que se volverá a volcar la incuria, el abandono y desaseo de la presente temporada, para acabar convirtiendo lo que es bella naturaleza en basureros permanentes. Si ustedes no lo creen, pueden darse una vuelta por los alrededores del pantano del Salor, al que se ha llamado playa natural de Cáceres, y en el que siguen existiendo los desperdicios de pasadas excursiones, sin que nadie —o muy pocos— se hayan ocupado de enterrarlos o hacerlos desaparecer, pero no en el fondo del embalse, porque esa es otra de las atrocidades que allí hacen los excursionistas cada año, consiguiendo no sólo ensuciar las aguas y hacer peligrar las especies piscícolas del mismo, sino que como se tiran latas y botellas son ellos mismos los que se tienden trampas para el baño próximo en esas mismas aguas, en las que suelen ser frecuentes los cortes y heridas en los pies de los bañistas. Ahora las hierbas han logrado tapar algunas de estas basuras, pero si se aceran y las apartan aparece un fondo de latas de conservas, botellas y recipientes de todas clases.
De esta incuria general sólo se salvan los componentes del Club Camping Caravaning.
Diario HOY, 2 de abril de 1987

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