lunes, 12 de febrero de 2018

El melón cerrado


Ayer nos referíamos a que el alcalde pedirá a Manuel Veiga, presidente de la Diputación, ayuda económica para poder poner en marcha de nuevo el reloj de las cuatro esferas de la torre de Peñarredonda, con lo que si Veiga da los cuartos, el reloj dará las horas. Pero sobre este punto, José María Saponi, concejal portavoz de la oposición y posible cabecera de lista de los próximos comicios por su partido, no sabemos si por comenzar a hacer méritos públicos, nos decía que lo de poner en marcha el mencionado reloj se lo habían pedido a él los vecinos de ese barrio, y él se lo había dicho al alcalde. En definitiva, el de la decisión tiene que ser el alcalde, y nos parece muy bien que tanto al alcalde como al portavoz de la oposición les preocupe poner el reloj en marcha porque, dicho sea de paso, hay muchos relojes parados en estos lares.
Dicho esto, pasemos a otro asunto que suscitamos más como información para todo que como protesta Se trata de los usos y abusos de las ruedas de prensa que convoca cualquiera que tiene muy poco o nada que decir, con lo que a los profesionales de la información nos traen corriendo de un lado para otro para comunicarnos, en muchos casos, cuatro vaciedades.
Puede argumentarse que los tontos somos nosotros por aceptar todas las que nos echan, pero lo cierto y verdad es que las “ruedas de prensa” suelen ser un “melón cerrado” que no sabe uno qué tiene dentro hasta que el melón se abre, sin que ello quite para que la mayoría de las veces el melón se convierta en pepino. Pero el abuso sufrido estos últimos tiempos es digno de tenerse en cuenta. Un colectivo, no diremos de momento cuál, nos viene llamando desde la semana pasada por teléfono para convocarnos en un determinado establecimiento a una rueda de prensa que nunca se realiza, porque suele faltar, por unas cosas u otras, el convocante. Uno no acierta a entender estas informalidades cuando en estas “ruedas” el que debe mostrar mayor interés es el convocante. Aquí, como en el cuento del lobo, puede ocurrir que ese colectivo, cuando en realidad tenga algo que decir, se encuentre con que no tiene informador que le escuche.
Diario HOY, 14 de marzo de 1987

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