martes, 6 de febrero de 2018

La venida de los Magos


Eso de que los Reyes Magos lleguen a Plasencia en tren, a mi me parece —con todos los respetos para los organizadores— como nombrar la soga en casa del ahorcado. No digo yo que el asunto pueda resultar vistoso o no, sino que como los Reyes Magos son personajes imaginarios de fábula, o de tradición piadosa, alguien pueda pensar que el tren de Plasencia ha quedado más para el mundo de la fábula que para transportar a personas “de tejas abajo”.
Digo todo esto porque para Cáceres capital hubo un proyecto parecido, que luego no cristalizó. A mí me lo contó el concejal cacereño  destacado “renfista”, Emilio Vázquez Navedo, que no sé yo si hizo o no la proposición a los organizadores de la cabalgata en Cáceres o se quedó simplemente con su idea que ahora, que ha cristalizado ya lo de Plasencia, voy a contar. Emilio veía muy bonito el proyecto, agregando que la RENFE posiblemente lo aceptaba, y se trataba de que la cabalgata, en vez de salir de Talleres Municipales, como hace todos los años, saliera de la estación cacereña, tras de haber montado los reyes y personajes de ella en un apeadero próximo, como podría ser el de Casar de Cáceres. En el caso de Cáceres, que no tiene que ver nada con el de Plasencia, la cosa se complicaba por el largo trecho a recorrer desde la estación de ferrocarril a la Cruz de los Caídos, a través de la N-630, que es una de las carreteras más frecuentadas, razón que quizás hizo desistir a Emilio Vázquez de su proposición. Recuerdo que yo no le di opinión ninguna sobre el caso, porque pienso lo que al comienzo digo, referido a Plasencia: que la RENFE, que tuvo tan poca imaginación como para quitarnos trenes, porque no eran rentables, no “casa” en este juego imaginativo que son los Reyes Magos, a no ser que “nos eche” un tren de  verdad y para todos los días.
Diario HOY, 3 de enero de 1987

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