miércoles, 14 de febrero de 2018

Lo atrevido de la ignorancia


Extremadura, por ignorada, se presta mucho a servir de América peninsular para mucho papanatas que en alguna ocasión, y sin mucho bagaje cultural, accidentalmente descubre alguna de nuestras tradiciones, que no suele entender en absoluto y se cree un Colón o se erige en juzgador de algo que realizan nuestras gentes que, dicho sea de paso, están de vuelta de descubrir y conquistar el mundo, no sólo con la espada, sino con el intelecto, porque al lado de los Pizarro y Cortés tenemos a los Muñoz Torrero, redactor de una Constitución admirada por el mundo; los Donoso Cortés, los Torres Villarroel y otras muchas destacadas personalidades del saber humano, que hubieran brillado más si Extremadura hubiera tenido menos abundancia donde elegir hombres excepcionales que, cualquiera de ellos, podría ser por sí solo la gloria y el orgullo de otras regiones y aun de otras naciones, menos afortunadas que la nuestra en producir hombres tan excepcionales y tan seguidos.
Viene esto a cuento, porque un hombre ignorante llamado Alfonso Olmedo de Castro, que vive en una urbanización de un pueblo de Málaga, que lleva nombre de un santo de Extremadura, San Pedro de Alcántara, se ha permitido desde su pequeñez y estrechez mental, juzgar a todos los extremeños en una carta que envía al alcalde de Villanueva de la Vera, tras presenciar las fiesta del “Pero Palo”, de la que ha hecho fotocopias para repartirlas y en las que dice, tras otros muchos insultos a la región, textualmente: “Supongo que usted, como todo su pueblo, será analfabeto también y tendrá a mano a alguien que le leerá esta carta repetidas veces para que se entere.” La fotocopia de la carta, un libelo de mala baba, nos la envía una vecina de Villanueva de la Vera, con una contestación que entendemos no merece la pena publicar, porque visto el chozo se conoce al guarda, y visto el contenido de este rebuzno escrito que es la carta de Alfonso Olmedo, se adivina su mente cuadriculada y su ignorancia enciclopédica, aparte de su atrevimiento de juzgar a un pueblo por una tradición que, ni entiende ni entenderá en la vida, de no ser que le fundieran de nuevo.
La lástima es que hay muchos Alfonsos Olmedos por esos mundos de Dios para los que el mejor desprecio es no hacerles aprecio.
Diario HOY, 28 de marzo de 1987

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